Cuando
alguien tiene que conducir y se maneja con violencia, soberbia y prepotencia,
lo más probable es que los que están más abajo no estén cómodos. Recordemos que
Spinosa llegó al club por métodos dignos del proceso militar fomentados por sus
padrinos de mayor experiencia en este tipo de actitudes: Mariotto y Duhalde.
Tucker
se fue de manera violenta del club en una renuncia sin explicaciones…todavía. Antes
se habían dado las salidas de Gesualdo, Bazán, Mateo y Tabó de la misma manera.
Al no
estar cómodos en su trabajo los jugadores, a su vez, también se manejan con soberbia
y prepotencia, y muestran su descontento con actitudes violentas. Hace unos
días, el arquero que más goles regala en el fútbol argentino, le pegó a un
periodista, sólo por escribir en la misma página donde otro de sus colegas había
dicho nada más ni nada menos que la verdad. La violencia continua en las
canchas (Noguera, Prichoda, Yeri, Tagliafico, y Bianchi Arce fueron expulsados
en lo que va del torneo), Prichoda fue negociado con Colón por un expulsión
violenta y aunque es un préstamos sin cargo y sin opción para el club, su dueño
(actual vicepresidente) se llevará nuevamente unos pesitos a sus bolsillos.
La división
constante y violencia extrema contra la dirigencia anterior pero sin
fundamentos a la hora de mostrar la auditoría, también trae a la luz las
falencias dirigenciales que de a poco se sigue cayendo a pedazos.
Los
matones con remeras nuevitas que aparecieron en la Mouriño hace algunos
partidos, los matones de protocolo que invaden las plateas cuando alguien se
expresa y las internas de la barra, sumados a la desaparición del buffet, la
desaparición del Círculo de Socios Vitalicios y su reemplazo por el
Departamento de Vitalicios presidido y conformado solo por Daniel Bergottini,
nos hacen pensar que todo el que piensa distinto directamente es eliminado al
igual que el único espacio de reunión que tenía la sede.
De alguna
manera hay que frenar esta escalada de violencia dentro del club porque cada
día que pasa puede ser peor.
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